recuerdo que adoraba los libros,pero odiaba los libros para colorear.quiero decir,odiar, es una palabra muy fuerte para un niño:yo disfrutaba los dibujos,escribía al margen de los retratospero eran contadas las páginasque tenían manchones de coloresen los cachetes de la princesa,en las manchas del perro juguetón,en las alas de los pájaros y la cola del gato.posteriormente,me recuerdo (casi adulta),con ocho o nueve añosdibujando millonadaspero buscando excusas al momento de rellenarlascon coloresque no fueran el negroo blancoo el color de fondo de la hoja.me tengo que ir a bañarme estoy haciendo pisme voy a tomar la meriendame llama mamáme llama papáme llama el perro a jugar con él.y siemprepero siempreme aburría colorear.yo intentaba con ganas usar los colores que tenía a manolas fibras silvapenlos crayones jovilos crayones del tren 20x$1 que nunca pintabanlos acuarelables faber castellpero no.y siempre me sentí medio mal por ello, cuasi incompleta.o culpablepor tener toneladas de dibujosy de libros para colorearen blancoy negrocon quizá algún manchón amarillo alrededor del sol.pero siempresiempreseguí intentándoloaunque no lograra nuncamás que esporádicas manchas errantes.sin embargoyo siempresiemprelos firmaba con mi nombre.yo me hacía cargo.
viernes, 25 de junio de 2010
infanticitis#2
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